ARTÍCULO EL SISTEMA DIGESTIVO CON LISA SIMPSON

12.12.2014 15:42

APARATO DIGESTIVO
 
G. Frada*
 
El aparato digestivo ejerce una influencia considerable en la eficiencia y capacidad de trabajo del organismo y sus 
enfermedades, agudas o crónicas, son algunas de las causas más frecuentes de absentismo y discapacidad. En este contexto, puede solicitarse al médico del trabajo de alguna de las siguientes maneras para que haga sugerencias relativas a las necesidades de higiene y nutrición específicas
 
 
 de una profesión dada: para evaluar la posible influencia de los factores propios de una profesión en el desarrollo de ciertos procesos de enfermedad del aparato digestivo o en el agravamiento de otros preexistentes o independientes de la profesión, o para que dé su opinión acerca de la idoneidad general o específica de una persona para la profesión. Muchos de los factores perjudiciales para el aparato digestivo pueden tener un origen profesional; no es raro que varios factores actúen en concierto y que su acción se vea facilitada por la predisposición individual. A continuación se reseñan algunos de los factores laborales más importantes: tóxicos industriales, agentes físicos y estrés profesional, como la tensión, la fatiga, las posturas anormales, los cambios frecuentes del ritmo 
de trabajo, el trabajo por turnos, el trabajo nocturno y los malos hábitos alimenticios (cantidad, calidad y horario de las comidas). Peligros químicos
El aparato digestivo puede ser la puerta de entrada de numerosas sustancias químicas al organismo, si bien a este respecto su papel es mucho menos importante que el del aparato respiratorio, que  tiene un área de superficie de absorción de 80-100 m2, mientras que la cifra correspondiente del aparato digestivo no supera 20 m2. Además, los vapores y gases que penetran en el cuerpo por inhalación alcanzan el torrente sanguíneo, y por tanto el encéfalo, sin encontrar sistemas de defensa interpuestos; por el
contrario, las sustancias tóxicas ingeridas son filtradas y hasta cierto punto metabolizadas por el hígado antes de alcanzar el árbol vascular. No obstante, pueden producirse lesiones orgánicas
y funcionales tanto durante su introducción como durante su eliminación del organismo, o como consecuencia de su acumulación en ciertas vísceras. Estas lesiones pueden ser debidas a la
acción de la propia sustancia tóxica o de sus metabolitos, o al hecho de que el organismo carezca de ciertos compuestos esenciales. También pueden intervenir la idiosincrasia y los mecanismos alérgicos. La ingestión de cáusticos es todavía un
accidente relativamente frecuente. En un estudio retrospectivo realizado en Dinamarca, la incidencia anual de quemaduras
esofágicas se calculó en 1/100.000, y la de hospitalización por esta causa, en 0,8/100.000 adultos/año. Muchos de los
productos utilizados en la limpieza del hogar son cáusticos. Los mecanismos tóxicos son muy complejos y varían  considerablemente de unas sustancias a otras. Algunos de los elementos y compuestos utilizados en la industria producen lesiones locales del aparato digestivo que afectan, por ejemplo, a la cavidad oral y zonas vecinas, al estómago, al intestino, al hígado o al páncreas.
Los disolventes muestran una afinidad especial por los tejidos ricos en lípidos. Su acción tóxica es por lo general compleja, y
en ella participan diversos mecanismos. En el caso del tetracloruro de carbono, se cree que la lesión hepática se debe
sobre todo a sus metabolitos tóxicos. En el del disulfuro de carbono, la afectación gastrointestinal se atribuye a la acción
neurotropa específica de esta sustancia en el plexo intramural, mientras que el daño hepático parece debido, sobre todo, a la
acción citotóxica del compuesto, que induce cambios del metabolismo de las lipoproteínas.
 
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